jueves, 20 de enero de 2011

... Por un pasado que murió

Me ha costado escribir esta entrada. En parte por pereza. En parte porque me ha costado formarme una opinión de la película.

En navidades, vi Balada triste de trompeta después de someterme pasivamente a un bombardeo publicitario constante en diversos canales de televisión, radio, periódicos e internetiles. Salí con mal cuerpo de la película lo cual, a priori, no es bueno ni malo tampoco, pero con la sensación de no haberme gustado demasiado.

Poco a poco, después de leer comentarios y críticas varias, parece que voy encontrando palabras con las que estructurar lo que siento por la película. La película tiene tres partes diferenciadas: un prólogo que sucede en la guerra civil; una primera parte, vamos a llamar estándar, en la que se presentan las bases de un triángulo amoroso más o menos típico, y una tercera parte en la que los protagonistas enloquecen y se resuelve el triángulo de manera, digamos, no convencional. Para mí, el prólogo es lo mejor de la película y con la primera parte uno disfruta del saber hacer reír de Carlos Areces y de la guapísima Carolina Bang (¿la actriz más guapa del cine español hoy por hoy? No sé, pero puede). Con la segunda parte, uno sufre, a veces aparta la mirada de la pantalla y a veces hace concesiones a la película de que todo eso pueda estar pasando en verdad, pero con el final y el crujir de los huesos, ya sale uno como para no cenar después.

Entonces me surgen una reflexión: ¿Me ha parecido una mala película? La respuesta es no por dos motivos: 1) Con el planteamiento semi-estándar del triángulo amoroso, no creo que el director tuviera muchas opciones de terminarla siendo original, y 2) Una película que permanece tanto en mi memoria me ha tenido que calar al menos de alguna manera y en fin, ¿no es eso lo que pretende todo artista? Hacer que su arte perviva a través de los que lo disfrutan...

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