miércoles, 14 de octubre de 2009

Ágora ATENCIÓN, SPOILERS

Antes de decir nada acerca de Amenábar, Ágora me encantó. Ahora sí: no soy un fan de este director, para nada. Fui a ver esta película porque sí soy un fan del personaje protagonista, Hipatia, deliciosamente interpretada por la maravillosa Rachel Weisz. A pesar de que se obvia un personaje fundamental en la vida de Hipatia que es el alquimista Hermes Trismegisto (de quien proviene por cierto la palabra "hermético"), pienso que la película recoge muy bien el ánimo y la manera de hacer de un científico puro, sin las presiones de una empresa o una sociedad que le exige que enfoque su conocimiento a descubrir tal o cual cosa. La curiosidad en estado puro. La curiosidad por la curiosidad y la satisfacción de ésta como el máximo y más maravilloso premio que se puede alcanzar.

Algunos matemáticos y algunos (para)psicólogos llaman al momento de lucidez en que uno se da cuenta de un hecho normalmente de naturaleza formal "momento ajá". El momento ajá es el que uno tiene cuando comprende, por ejemplo, las implicaciones de un teorema o desentraña el funcionamiento de una cierta construcción lógica (el paradigma de los momentos ajá que tenemos todos en la cabeza es cuando a Sir Isaac Newton le cae la manzana y le hace pensar en la gravedad). Esto puede parecer muy frío o carente de interés y emoción. Nada más lejos de la realidad. Para mí, por lo que vale la pena ver la película, es porque el director consigue que el momento ajá de Hipatia resulte tan emocionante y emotivo como, por ejemplo, el momento en que los protagonistas de una película romántica por fin se besan después de haber superado numerosas y normalmente absurdas vicisitudes y obstáculos.

Y para finalizar, el hecho de la imaginación de los responsables de la película haya ido más allá y haya hecho a Hipatia adelantarse mil doscientos años a Kepler en su hipótesis de las órbitas elípticas y otros tantos al estudio de los sistemas inerciales de Newton y Galileo me ha parecido un detalle, además de muy romántico en un sentido estricto de la palabra, muy bonito.

2 comentarios:

Visperas dijo...

Buen comentario! Me ha gustado lo del momento ajá. No lo sabía.

Laurent dijo...

Los anglosajones son únicos para poner nombres a las cosas. En algún sitio he leído que este nombre empezó como una broma (supongo también que como empiezan muchas cosas) de un profesor de matemáticas a sus alumnos.